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Caminando a mi lado he descubierto...

Caminando a mi lado he descubierto
unos pies que siguen mi travesía,
un corazón que me ama cada día,
y dos manos que alejan desconcierto.

Sabía de su existir. Mas no acierto
a comprender por qué desconocía
que al susurro de su nombre -María-
se esfumaba el desánimo desierto.

Y al contemplarla en su bella sonrisa,
que enamoró a Quien nació de su vientre,
le elevo una oración tierna y sumisa:

“¡Mírame, Madre, permíteme verte!
Pues, al beber de tus ojos sin prisa,
firme, camino la vida y la muerte”.


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