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SAN ANDRÉS, apóstol


San Andrés (cuyo nombre significa "varonil") nació en Betsaida, población de Galilea, situada a orillas del lago Genesaret. Era hijo del pescador Jonás y hermano de Simón Pedro. La familia tenía una casa en Cafarnaum, y en ella se hospedaba Jesús cuando predicaba en esta ciudad.
Tuvo el honor y el privilegio de haber sido el primer discípulo que tuvo Jesús, junto con San Juan el evangelista. Los dos eran discípulos de Juan Bautista, y éste al ver pasar a Jesús (cuando volvía el desierto después de su ayuno y sus tentaciones) exclamó: "He ahí el cordero de Dios". Andrés se emocionó al oír semejante elogio y se fue detrás de Jesús, Jesús se volvió y les dijo: "¿Qué buscan?". Ellos le dijeron: "Señor: ¿dónde vives?". Jesús les respondió: "Venga y verán". Y se fueron y pasaron con Él aquella tarde. Esa llamada cambió su vida para siempre.
San Andrés se fue luego donde su hermano Simón y le dijo: "Hemos encontrado al Salvador del mundo" y lo llevó a donde Jesús quien encontró en el gran San Pedro a un entrañable amigo y al fundador de su Iglesia.
El día del milagro de la multiplicación de los panes, fue San Andrés el que llevó a Jesús el muchacho que tenía los cinco panes.
El santo presenció la mayoría de los milagros que hizo Jesús y escuchó, uno por uno, sus maravillosos sermones, viviendo junto a él por tres años.
En el día de Pentecostés, San Andrés recibió junto con la Virgen María y los demás Apóstoles, al Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego, y en adelante se dedicó a predicar el evangelio con gran valentía y obrando milagros y prodigios.
Un escrito que data del siglo III, el "Fragmento de Muratori" dice: "Al apóstol San Juan le aconsejaban que escribiera el Cuarto Evangelio. Él dudaba, pero le consultó al apóstol San Andrés, el cual le dijo: ‘Debe escribirlo. Y que los hermanos revisen lo que escriba’".
Una tradición muy antigua cuenta que el apóstol Andrés fue crucificado en Patrás, capital de la provincia de Acaya, en Grecia. Que lo amarraron a una cruz en forma de X y que allí estuvo padeciendo durante tres días, los cuales aprovechó para predicar e instruir en la religión a todos los que se le acercaban. Dicen que cuando vio que le llevaban la cruz para martirizarlo, exclamó: "Yo te venero oh cruz santa que me recuerdas la cruz donde murió mi Divino Maestro. Mucho había deseado imitarlo a Él en este martirio. Dichosa hora en que tú al recibirme en tus brazos, me llevarán junto a mi Maestro en el cielo".
La tradición coloca su martirio el 30 de noviembre del año 63, bajo el imperio de Nerón.


Mt 4, 18-22

Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres". Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron. Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó. Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.

¡ÁNIMO! NO TE RINDAS

Hoy nuestra reflexión, en estos tiempos que son de crisis para tantos, quiere ser una invitación a la resistencia, a la perseverancia y a la esperanza. Desde la fe y desde esta humanidad nuestra, tan capaz de levantarse y seguir caminando, pese a los golpes y las caídas.
Es un deseo y quiere ser un mensaje de aliento para tantos. Para ti, que estás luchando por salir adelante; para ti, que te has quedado en la calle; para ti, que no encuentras sentido, o un brazo amigo, o el amor que anhelas; para ti, que por más que te haces unos propósitos te descubres entrampado en las dinámicas de siempre; para ti, que a veces ni siquiera encuentras un hombro en el que llorar; para ti, que peleas con la enfermedad, con la duda, con la ausencia; para ti, si te muerde la soledad; para ti, víctima de la violencia, de la pobreza, de la exclusión o el rechazo; para ti, víctima de etiquetas que marcan, señalan y hieren. No te rindas. Hay quien está de tu parte. Y no estás solo, aunque a veces lo parezca.
A veces parece que todo se pone cuesta arriba, que las circunstancias aprietan, que todas las puertas se cierran. Entonces uno tiene miedo de no encontrar la salida del túnel. Es una experiencia que puede darse en mil ámbitos de la vida: en los estudios, en las relaciones, en la economía doméstica, en la salud…
Quizás es en esos momentos donde tiene más sentido buscar un poco de calma. Respirar profundo. Confiar en Dios, que no ahoga, ni siquiera aprieta, solo que la vida es muy complicada. Dios está de nuestra parte y quiere lo mejor para nosotros. Para mí. Para ti. Para todos. Y en su evangelio tal vez encontraremos algunas respuestas que nos permitan seguir luchando. 
A veces, cuando uno siente que se está ahogando, que está sumergido en los problemas, las preocupaciones y la velocidad, hay que intentar elevarse sobre los inmediato y tomar aire, como el niño que emerge, por un instante del mar donde está jugando, y se vuelve a zambullir. Tomar aire es mirar un poco más allá. Recordar que hay gente buena, y que podemos buscarla. Hacer hueco al humor, demostrando que incluso en las circunstancias más adversas podemos resistir con una sonrisa. Leer un poema. Escuchar una canción. Confiar en que “nunca llovió que no escampara”. Recordar esa promesa eterna de un Dios que es amor, y de un mundo que solo encontrará su verdadera armonía allá donde el amor vaya campando a sus anchas.

(PastoralSJ)

Me estaba congelando ...



Me estaba congelando ... Me invitó a pasar al calor.
Yo estaba deshidratado ... Me invitó a a tomar agua.
Yo estaba muerto de hambre ... Me invitó a comer pan.
Yo estaba espiritualmente vacío ... Lo invité a mi corazón. ♥

SAN SATURNINO, obispo y mártir


SAN SATURNINO DE TOLOSA (¿?-¿257?) nació en una familia romana, probablemente en Roma.

Es muy poco lo que se conoce de la vida de San Saturnino, o Sernino, antes de su misión como predicador a ambos lados de los Pirineos.

San Saturnino fue uno de los siete obispos que el papa San Fabián envió como misioneros a las Galias durante el consulado de Decio y Gracio (250-251). A él le correspondió la sede de Tolosa, la actual Toulouse, en Francia, donde fue el primer obispo.

Junto con su primer converso, llamado Honesto, fue a predicar a Pompaelo, la actual Pamplona, donde llevaron el cristianismo a muchas personas, en especial al senador Firmo, a su esposa y a su hijo, quien con el tiempo sería San Fermín.

En la ciudad de Tolosa, el principal templo romano estaba consagrado a Júpiter Capitolino, y San Saturnino pasaba por ahí para llegar al domicilio donde predicaba, pero nunca rendía saludos ni sacrificios de ningún tipo a los ídolos.

En un momento de escasez que hubo en Tolosa, el obispo cristiano fue culpado de que Júpiter no hacía caso de las peticiones del pueblo. Para probarlo, lo obligaron a practicar el sacrificio de un toro ante el altar del dios romano, pero San Saturnino se rehusó de manera rotunda.

La enfurecida turbamulta acometió entonces contra él, y San Saturnino fue atado con cuerdas a dicho toro para que éste lo arrastrara. Luego azuzaron a la bestia para que subiera corriendo las escalinatas del templo pagano, mientras el cuerpo de San Saturnino se iba haciendo pedazos.

Los fragmentos y el resto del cadáver fueron recogidos por dos jóvenes cristianas, a las que la tradición local conoce como Les Saintes Puelles, quienes le dieron cristiana sepultura.

Cuando la tumba de fue redescubierta en el siglo sexto, el duque Leunebaldo mandó construir encima una iglesia dedicada a Saint-Sernin-du-Tour, o San Saturnino del Toro.

Ésta se transformó con el tiempo en la impresionante Basílica de arquitectura románica dedicada al santo.

San Saturnino de Tolosa es el santo patrono de Pamplona y San Sadurní, en España, y de Toulouse, Francia. Iconográficamente se le representa con un toro.

SAN SATURNINO DE TOLOSA nos inspira valor para enfrentar a las multitudes que se nos oponen.


Lc 21, 20-28

Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida: Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad que se alejen; y los que estén en los campos que no vuelvan a ella. Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse. ¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo. Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.

SANTIAGO DE LA MARCA


Santiago de la Marca, cuyo nombre de pila era Domingo Gangali, nació en Monteprandone (Ascoli Piceno) en 1394. Quedó huérfano de padre siendo todavía muy niño y se transladó a Offida donde un sacerdote familiar suyo.
Siguió los estudios de derecho civil en Perusia; llegó a ser notario. Después se estableció en Florencia, donde fue elegido alcalde. Regresó a las Marcas por asuntos familiares, se detuvo en Asís y aquí, después de un coloquio con el prior de Santa María de los Ángeles, resolvió entrar a formar parte de la familia franciscana.
Realizó su profesión religiosa: 1º. de agosto de 1416. Seis años después, ya sacerdote, fue encargado de la predicación, y esta será la ocupación principal de toda su vida hasta la muerte, el 28 de noviembre de 1476 en Nápoles.
Durante más de medio siglo recorrió a Europa oriental y centro Septentrional no sólo para predicar el nombre de Jesús (tema constante de sus homilías, siguiendo el ejemplo de su maestro San Bernardino), sino también para cumplir delicadas misiones encomendadas por los Papas Eugenio IV, Nicolás V y Calixto III.
Este gran peregrino parecía que sólo se detenía el tiempo necesario para fundar un nuevo convento o para restablecer la observancia de la genuina regla franciscana en los ya existentes. Los últimos 18 años de su vida los pasó casi todos predicando en las regiones de Italia. Se encontraba en Aquila cuando murió San Bernardino de Siena, en 1444, y a los seis años pudo presenciar en Roma su solemne canonización. Lo seguía devotamente Fray Venancio, quien cuenta que durante una misión predicada en Lombardía le propusieron a Fray Santiago ser obispo de Milán; pero el humilde fraile no aceptó. Fray Venancio, después de la muerte del maestro, escribió una biografía de san santiago de la Marca en la que narra los milagros que hizo en vida y después de la muerte.


Lc 21, 10-19

Jesús hablaba a sus discípulos acerca de su venida: Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo. Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi Nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas.

Un libro abierto

Creer es una palabra que podemos definir como la plena confianza en alguien, todos tenemos amigos con quienes fácilmente nos abrimos, confiamos en ellos y ponemos en ellos lo más escondido de nuestro corazón. Creer es en cierto sentido algo natural desde la perspectiva humana.

En la primera catequesis sobre la fe, el Papa ha hecho estas preguntas: ¿qué es creer hoy? ¿qué sentido tiene vivir? ¿Hay un futuro para el hombre, para nosotros y para las nuevas generaciones? ¿En qué dirección orientar las elecciones de nuestra libertad para un resultado bueno y feliz de la vida? ¿Qué nos espera tras el umbral de la muerte?

La fe no es aprenderse el catecismo de memoria, no es un trabajo intelectual de verdades sobre Dios, es un acto donde libremente pongo mi confianza en Dios. La fe es no desesperarse ante la maldad del hombre, sino es creer que Dios puede transformar toda esclavitud, empezando por la mía. En estás palabras del Papa, la fe es "confiarme a Dios con la actitud del niño, quien sabe que todas sus dificultades, todos sus problemas están asegurados".

Todos tenemos que meditar esto más seguido, todos en nuestra vida nos encontramos con problemas e incluso "situaciones a veces dramáticas", pero no hay que olvidar que "creer cristianamente significa este abandonarme con confianza en el sentido profundo que me sostiene a mí y al mundo, ese sentido que nosotros no tenemos capacidad de darnos, sino sólo de recibir como don, y que es el fundamento sobre el que podemos vivir sin miedo."

"La fe es don de Dios, pero es también acto profundamente libre y humano." Con razón tenemos que pedir con insistencia ¡Credo Domine, adauge nobis fidem! en esta peregrinación de la vida, en la oscuridad, en el desierto y con las llagas abiertas. La fe es una aceptación con el que nuestra mente y nuestro corazón dicen su «sí» a Dios. Y este «sí» transforma la vida, abre el camino hacia una plenitud de significado, la hace nueva, rica de alegría y de esperanza fiable.

En nosotros tiene que empezar la búsqueda de la fe, la confianza absoluta y la familiaridad con Dios en sus sacramentos, para poder convertirnos en un "libro abierto que narre la experiencia de la vida nueva".

(Mariano Hernández) 

 

Delante de las Dificultades, no preguntes Cuan Grandes son los Problemas sino Cuan Cerca Estás de Dios. No Temas. El señor està contigo.



Delante de las Dificultades, no preguntes Cuan Grandes son los Problemas sino Cuan Cerca Estás de Dios. No Temas. El señor està contigo.

NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA


Esta advocación de la Santísima Virgen se originó en 1830 por iniciativa de Santa Catalina Labouré, de la Congregación de las Hijas de la Caridad, que hizo acuñar una medalla de la Virgen María.
El 27 de noviembre de 1830, la Virgen se apareció a Santa Catalina. La Virgen venía vestida de blanco. Junto a Ella había un globo luciente sobre el cual estaba la cruz- Nuestra Señora abrió sus manos y de sus dedos fulgentes salieron rayos luminosos que descendieron hacia la tierra. María dijo entonces a Sor Catalina: "Este globo que ves (a los pies de la Virgen) representa al mundo entero, especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden."
En este momento se apareció una forma ovalada en torno a la Virgen y en el borde interior apareció escrita la siguiente invocación: "María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti"
Estas palabras formaban un semicírculo que comenzaba a la altura de la mano derecha, pasaba por encima de la cabeza de la Santísima Virgen, terminando a la altura de la mano izquierda .
Oyó de nuevo la voz en su interior: "Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán mas abundantes para los que la lleven con confianza".
Las curaciones y milagros atribuidos a esta medalla hicieron que se la llamara "Milagrosa".

Estos mismos milagros y la visión de Santa Catalina, constituyeron una preparación inmediata a la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, que se produjo 24 años después.


Lc 21, 5-9

Algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas. Entonces Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido". Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?". Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin".

SEÑOR, tú eres mi habitación, mi refugio y mi lugar de protección. En ti confío todo el tiempo


SEÑOR, tú eres mi habitación, mi refugio y mi lugar de protección. En ti confío todo el tiempo

FIESTA DE CRISTO REY

ÚLTIMO DOMINGO DEL AÑO LITÚRGICO:


Cristo es el Rey del universo y de cada uno de nosotros.

Es una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico, porque celebramos que Cristo es el Rey del universo. Su Reino es el Reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, del amor y la paz.

Un poco de historia

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925.
El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Posteriormente se movió la fecha de la celebración dándole un nuevo sentido. Al cerrar el año litúrgico con esta fiesta se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal. Es el alfa y el omega, el principio y el fin. Cristo reina en las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio. El Reino de Cristo es eterno y universal, es decir, para siempre y para todos los hombres.

Con la fiesta de Cristo Rey se concluye el año litúrgico. Esta fiesta tiene un sentido escatólogico pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. Sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.

Si quieres conocer lo que Jesús nos anticipó de ese gran día, puedes leer el Evangelio de Mateo 25,31-46.

En la fiesta de Cristo Rey celebramos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento en que nosotros se lo permitamos, y así el Reino de Dios puede hacerse presente en nuestra vida. De esta forma vamos instaurando desde ahora el Reino de Cristo en nosotros mismos y en nuestros hogares, empresas y ambiente.

Jesús nos habla de las características de su Reino a través de varias parábolas en el capítulo 13 de Mateo:

“es semejante a un grano de mostaza que uno toma y arroja en su huerto y crece y se convierte en un árbol, y las aves del cielo anidan en sus ramas”;

“es semejante al fermento que una mujer toma y echa en tres medidas de harina hasta que fermenta toda”; “es semejante a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta, y lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo”;

“es semejante a un mercader que busca perlas preciosas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra”.

En ellas, Jesús nos hace ver claramente que vale la pena buscarlo y encontrarlo, que vivir el Reino de Dios vale más que todos los tesoros de la tierra y que su crecimiento será discreto, sin que nadie sepa cómo ni cuándo, pero eficaz.

La Iglesia tiene el encargo de predicar y extender el reinado de Jesucristo entre los hombres. Su predicación y extensión debe ser el centro de nuestro afán vida como miembros de la Iglesia. Se trata de lograr que Jesucristo reine en el corazón de los hombres, en el seno de los hogares, en las sociedades y en los pueblos. Con esto conseguiremos alcanzar un mundo nuevo en el que reine el amor, la paz y la justicia y la salvación eterna de todos los hombres.

Para lograr que Jesús reine en nuestra vida, en primer lugar debemos conocer a Cristo. La lectura y reflexión del Evangelio, la oración personal y los sacramentos son medios para conocerlo y de los que se reciben gracias que van abriendo nuestros corazones a su amor. Se trata de conocer a Cristo de una manera experiencial y no sólo teológica.

Acerquémonos a la Eucaristía, Dios mismo, para recibir de su abundancia. Oremos con profundidad escuchando a Cristo que nos habla.

Al conocer a Cristo empezaremos a amarlo de manera espontánea, por que Él es toda bondad. Y cuando uno está enamorado se le nota.

El tercer paso es imitar a Jesucristo. El amor nos llevará casi sin darnos cuenta a pensar como Cristo, querer como Cristo y a sentir como Cristo, viviendo una vida de verdadera caridad y autenticidad cristiana. Cuando imitamos a Cristo conociéndolo y amándolo, entonces podemos experimentar que el Reino de Cristo ha comenzado para nosotros.

Por último, vendrá el compromiso apostólico que consiste en llevar nuestro amor a la acción de extender el Reino de Cristo a todas las almas mediante obras concretas de apostolado. No nos podremos detener. Nuestro amor comenzará a desbordarse.

Dedicar nuestra vida a la extensión del Reino de Cristo en la tierra es lo mejor que podemos hacer, pues Cristo nos premiará con una alegría y una paz profundas e imperturbables en todas las circunstancias de la vida.

A lo largo de la historia hay innumerables testimonios de cristianos que han dado la vida por Cristo como el Rey de sus vidas. Un ejemplo son los mártires de la guerra cristera en México en los años 20’s, quienes por defender su fe, fueron perseguidos y todos ellos murieron gritando “¡Viva Cristo Rey!”.

La fiesta de Cristo Rey, al finalizar el año litúrgico es una oportunidad de imitar a estos mártires promulgando públicamente que Cristo es el Rey de nuestras vidas, el Rey de reyes, el Principio y el Fin de todo el Universo.



Jn 18, 33b-37

Pilato llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?". Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?". Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?". Jesús respondió: "Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí". Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?". Jesús respondió: "Tú lo dices: Yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz".

Aplacando ruidos...

Hazme ir más despacio, Señor.
Tengo necesidad de salir del activismo,
tengo necesidad de vivir más recogido, menos disperso.
Hay demasiados ruidos en mi corazón
y demasiados compromisos en mi existencia.


Necesito más silencio, Señor. Necesito silencio por discernir tu voluntad.
Tengo necesidad de muchas horas, a solas,
Tú y yo: hay muchas cosas que hace falta discernir,
hay muchos ruidos que hace falta amortiguar,
hay muchas voces que tienen que callar.


Hazme ir más despacio, Señor.
Ayúdame a aprender a decir que no.
Ayúdame a abandonar los ídolos.
Ayúdame a entrar en mi silencio, sólo contigo.
Si no voy más despacio no escucharé tu Evangelio,
no tendré tiempo para vivirlo.
Que encuentre el espacio necesario para el retiro,
la oración, la tranquilidad, la paz, tiempo por aprender a vivir.
Amén


SAN ANDRÉS DUNG-LAC Y COMPAÑEROS MÁRTIRES


Esta memoria obligatoria de los ciento diecisiete mártires vietnamitas de los siglos XVIII y XIX, proclamados santos por Juan Pablo II en la plaza de San Pedro el 19 de junio de 1988, celebra a mártires que ya habían sido beatificados anteriormente en cuatro ocasiones distintas: sesenta y cuatro, en 1900, por León XIII; ocho, por Pío X, en 1906; veinte, en 1909, por el mismo Pío X; veinticinco, por Pío XII, en 1951.

No sólo son significativos el número insuperado en la historia de las canonizaciones, sino también la calificación de los santos (ocho obispos, cincuenta sacerdotes, cincuenta y nueve laicos), la nacionalidad (noventa y seis vietnamitas; once españoles; diez franceses, el estado religioso (once dominicos; diez de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París; otros del clero local, más un seminarista, el estado laical (muchos padres de familia, una madre, dieciséis catequistas, seis militares, cuatro médicos, un sastre; además de campesinos, pescadores y jefes de comunidades cristianas).

Seis de ellos fueron martirizados en el siglo XV, los demás, entre 1835 y 1862; es decir, en el tiempo del dominio de los tres señores que gobernaban Tonkín, Annam y Cochinchina, hoy integradas en la nación de Vietnam.

En gran parte (setenta y cinco) fueron decapitados; los restantes murieron estrangulados, quemados vivos, descuartizados, o fallecieron en prisión a causa de las torturas, negándose a pisotear la cruz de Cristo o a admitir la falsedad de su fe.

De estos ciento diecisiete mártires, la fórmula de canonización ha puesto de relieve seis nombres particulares, en representación de las distintas categorías eclesiales y de los diferentes orígenes nacionales. El primero, del que encontramos una carta en el oficio de lectura, es Andrés Dung-Lac. Nació en el norte de Vietnam en 1795; fue catequista y después sacerdote. Fue muerto en 1839 y beatificado en 1900. Otros dos provienen del centro y del sur del Vietnam. El primero, Tomás Tran-VanThien, nacido en 1820 y arrestado mientras iniciaba su formación sacerdotal, fue asesinado a los dieciocho años en 1838; el otro es Manuel Le-Van-Phung, catequista y padre de familia, muerto en 1859 (beatificado en 1909).

Entre los misioneros extranjeros son mencionados dos españoles y un francés. El dominico español Jerónimo Hermosilla, llegado a Vietnam en 1829, vicario apostólico del Tonkín oriental, fue muerto en 1861 (beatificado en 1909); el otro dominico, el obispo vasco Valentín de Berriochoa, que llegó a Tonkín en 1858, a los treinta y cuatro años, fue muerto en 1861 (beatificado en 1906).

El francés Jean-Théophane Vénard, de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París, llegó a Tonkín en 1854 y fue asesinado a los treinta y dos años (beatificado en 1906): sus cartas inspiraron a santa Teresa de Lisieux a rezar por las misiones, de las que fue proclamada patrona junto con san Francisco Javier.


Lc 20, 27-40

Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: 'Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda'. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?". Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección no se casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor 'el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob'. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él". Tomando la palabra, algunos escribas le dijeron: "Maestro, has hablado bien". Y ya no se atrevían a preguntarle nada.

SAN CLEMENTE I, papa


El 4° pontífice de la Iglesia, Clemente I, nació en el monte Celio y estaba emparentado con los emperadores romanos.  Gobernó a la Iglesia desde el año 93 hasta el 101.
Fue discípulo de San Pedro, y San Pablo lo menciona en la carta a los Filipenses.
Es uno de los llamados Padres Apostólicos.
Su carta a los Corintios es una de las joyas literarias de su tiempo. En esa carta da muy hermosos consejos, y recomienda obedecer siempre al Pontífice de Roma. Entre otras cosas dice: "el que se conserva puro no se enorgullezca por ello, porque la pureza es un regalo gratuito de Dios y no una conquista.
Siendo papa escribió las Actas de los Mártires
Murió ahogado por orden del emperador, en el Quersoneso, el año 97. Las autoridades le exigieron que adorara a Júpiter. Él dijo que no  adoraba sino al verdadero Dios. Entonces fue arrojado al mar, y para que los cristianos no pudieran venerar su cadáver, le fue atado al cuello un hierro pesadísimo. Pero una gran ola devolvió su cadáver a la orilla.
Su cuerpo se venera en una bella basílica de Roma.


Lc 19, 45-48

Jesús, al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: "Está escrito: 'Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones'". Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.