Buenos días,
Señor, a ti el primero
encuentra la
mirada
del corazón,
apenas nace el día:
tú eres la luz y
el sol de mi jornada.
Buenos días,
Señor, contigo quiero
andar por la
vereda:
tú, mi camino, mi
verdad, mi vida;
tú, la esperanza
firme que me queda.
Buenos días,
Señor, a ti te busco,
levanto a ti las
manos
y el corazón, al
despertar la aurora:
quiero encontrarte
siempre en mis hermanos.
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