"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Mc 4, 1-20
Jesús comenzó a enseñar a orillas del mar. Una gran multitud se reunió
junto a él, de manera que debió subir a una barca dentro del mar, y
sentarse en ella. Mientras tanto, la multitud estaba en la orilla. Él
les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas, y esto era lo que les
enseñaba: "¡Escuchen! El sembrador salió a sembrar. Mientras sembraba,
parte de la semilla cayó al borde del camino, y vinieron los pájaros y
se la comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no había mucha
tierra, y brotó en seguida porque la tierra era poco profunda; pero
cuando salió el sol, se quemó y, por falta de raíz, se secó. Otra cayó
entre las espinas; estas crecieron, la sofocaron, y no dio fruto. Otros
granos cayeron en buena tierra y dieron fruto: fueron creciendo y
desarrollándose, y rindieron ya el treinta, ya el sesenta, ya el ciento
por uno". Y decía: "¡El que tenga oídos para oír, que oiga!". Cuando se
quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce le
preguntaban por el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: "A
ustedes se les ha confiado el misterio del Reino de Dios; en cambio,
para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean,
oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón".
Jesús les dijo: "¿No entienden esta parábola? ¿Cómo comprenderán
entonces todas las demás? El sembrador siembra la Palabra. Los que están
al borde del camino son aquellos en quienes se siembra la Palabra;
pero, apenas la escuchan, viene Satanás y se lleva la semilla sembrada
en ellos. Igualmente, los que reciben la semilla en terreno rocoso son
los que, al escuchar la Palabra, la acogen en seguida con alegría; pero
no tienen raíces, sino que son inconstantes y, en cuanto sobreviene la
tribulación o la persecución a causa de la Palabra, inmediatamente
sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre espinas: son los que
han escuchado la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la
seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan
la Palabra, y esta resulta infructuosa. Y los que reciben la semilla en
tierra buena son los que escuchan la Palabra, la aceptan y dan fruto al
treinta, al sesenta y al ciento por uno".
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