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SAN ANTONIO, ABAD

Nació en 251, cerca de Menfis, en Egipto, en el seno de una familia cristiana acaudalada.

Quedó huérfano siendo un joven y de pronto se vio rodeado de riquezas. No obstante, sintió el llamado de la vida espiritual, y después de leer los Hechos de los Apóstoles se deshizo de todo cuanto tenía, distribuyendo su dinero entre los pobres.

A continuación se lanzó a la soledad del desierto, donde pasó largos años de meditación y oración. Se dice que ahí se vio sometido por el demonio a una gran cantidad de tentaciones, a las cuales siempre pudo renunciar. 20 años duró su apartamiento del mundo.

Luego se juntó con otros que habían seguido su ejemplo y que también habían vivido en cuevas en el desierto de manera solitaria. San Antonio se convirtió en su guía espiritual, y los organizó en periodos de meditación, rezos y lectura.

Se puede decir que ellos son los primeros monjes que registra la historia. A la fecha se siguen empleando muchos preceptos en la vida monacal que San Antonio Abad concibió.

Hacia el año 355, hizo un viaje a Alejandría a petición de los obispos para refutar a los arrianos. Ahí predicó la consustancialidad del Hijo con el Padre, acusando a los arrianos a confundirse con los paganos "que adoran y sirven a la creatura más bien que al Creador", ya que hacían del Hijo de Dios una creatura.

Se afirma que Antonio vivió hasta los 105 años, y que dio orden de que sus restos reposasen a su muerte en una tumba anónima. Sin embargo, alrededor de 561 sus reliquias fueron llevadas a Alejandría, donde fueron veneradas hasta alrededor del siglo XII, cuando fueron trasladadas a Constantinopla. La Orden de los Caballeros del Hospital de San Antonio, conocidos como Hospitalarios, fundada por esas fechas, se puso bajo su advocación. La iconografía lo refleja, representando con la tau o la cruz egipcia que vino a ser el emblema como era conocido.




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