"Dejémonos
invadir por la luz del misterio pascual también en la aparente ausencia
de Dios, en el silencio de Dios y, como los discípulos de Emaús,
aprendamos a discernir la verdadera realidad más allá de las
apariencias, reconociendo el camino de la exaltación precisamente en la
humillación, y la plena manifestación de la vida en la muerte, en la
cruz. De esta manera, colocando toda nuestra confianza y nuestra
esperanza en Dios Padre, en cualquier angustia podremos rezarle también
nosotros con fe y nuestro grito de ayuda se transformará en canto de
alabanza". (Benedicto XVI)
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