María
María, Madre de Jesús y Madre mía, abro mi corazón para librarlo de ataduras,
para alimentarlo con la nueva vida.
María,
tú eres mi amiga, la rosa blanca de la pureza, la sonrisa amplia y
alegre de un niño, la estrella verdadera de la paz. La intercesora ante
el Padre y el hijo.
Madre, que en mis luchas y victorias siempre
estés, intercede por las necesidades de mis hermanos y las mías propias.
Háblale al oído a tu Hijo de nosotros y seguramente Él nos mirará.
Amén
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