Puertas abiertas
Si alguien busca su casa con alegría es porque tienes la sonrisa.
Si alguien busca su casa con lágrimas es porque tienes el pañuelo.
Si alguien busca su casa con versos es porque tienes la música.
Si alguien busca su casa con dolor es porque tienes el remedio.
Si alguien busca su casa con palabras es porque tienes el oído.
Si alguien busca su casa con hambre es porque tienes el alimento.
Si alguien busca su casa con dudas es porque tienes el camino.
Si alguien busca su casa con orquestas es porque tienes la fiesta.
Si alguien busca su casa con desánimo es porque tienes el estímulo.
Si alguien busca su casa con fantasías es porque tienes la realidad.
Si alguien busca su casa con desesperación es porque tienes la serenidad.
Si alguien busca su casa con entusiasmo es porque tienes el brillo.
Si alguien busca su casa con secretos es porque tienes la complicidad.
Si alguien busca su casa con tumultos es porque tienes la meditación.
Si alguien busca su casa con confianza es porque tienes el azul.
Si alguien busca su casa con miedo es porque tienes el amor.
Nadie llega por azar a su casa.
Por eso jamás cierra las puertas
a quien en ellas golpee levemente.
Jamás le la espalda al que llega con ojos límpidos,
de corazón entero, con el alma expuesta.
No da disculpas ni se agarra
a mil argumentos racionales.
No inventa motivos para justificar gestos.
Destraba los portones de sus defensas forjadas.
Destruye las murallas construidas
con ladrillos de los empujones.
Todos los que golpean su puerta merecen pan y vino
Merecen su abrazo, su abrigo.
Todos los que viajan en dirección a su casa,
Y golpean suave la puerta en busca de su mano...
con Él se encuentran y tienen un lugar.
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