San Egidio, o San Gil, como se le conoce en el mundo de lengua
española, fue un ermitaño de origen griego que vivió entre los siglos
VI y VII y que impulsó la vida monacal al construir un monasterio cerca
de la desembocadura del río Ródano.
Aunque se conocen
muy pocos detalles de su vida, se le atribuyen numerosos milagros,
especialmente de curaciones y conversión de pecadores.
De
manera especial se le recuerda como el hombre que logró la conversión
del Rey Carlos a quien le descubrió un pecado oculto, invitándolo a
confesarlo en el sacramento.
Se le consideró uno de los
"catorce santos auxiliares". Se le representa como anacoreta, con
varios atributos: cierva, lirio, flecha clavada en el brazo, dos
puertas (regalo del Papa a su monasterio) y un mensaje celeste en una
filacteria por haber descubierto el pecado oculto del Rey Carlos.
Dado
que en los siglos posteriores a su muerte se le consideraba como
protector frente a la epilepsia, esta enfermedad se conoció en muchos
lugares como "mal de San Gil". También según la tradición, la vida
monástica que inició en el Ródano contó con el beneplácito del
Pontífice, quien le regaló las sólidas puertas de su monasterio.
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