SAN JUAN de CAPISTRANO (1386-1456) nació en Capistrano, en Abrucio, Italia, hijo de un barón alemán y de una mujer de la región.
El
padre de San Juan Capistrano había llegado al reino de Nápoles con la
corte de Luis I Anjou de Hungría y Polonia, y murió cuando su hijo era
aún pequeño.
Juan se destacó por su facilidad para los estudios y
por su inteligencia, y esto lo demostró al graduarse de jurisprudencia
por la Universidad de Perugia y convertirse en juez de esa ciudad a los
26 años.
Con el futuro por delante, llegó a estar comprometido
con la bella hija de un conde. En 1415, sin embargo, debido a los
desmanes de las guerras civiles en las ciudades italianas, San Juan de
Capistrano fue arrojado a un calabozo.
Durante el tiempo que pasó
prisionero, San Juan experimentó una profunda conversión. Al ser
liberado finalmente, deshizo su compromiso matrimonial, y fue su deseo
volverse franciscano.
San Juan de Capistrano ingresó al
monasterio de Monteripido, donde fue discípulo y amigo de San Bernardino
de Siena, quien con el tiempo le hizo advertir sus talentos como
predicador.
Luego de ser ordenado sacerdote hacia 1420, y de una
breve estancia en la corte del papa Martín V en Mantua, San Juan
Capistrano comenzó con gran éxito su labor de predicador popular e
inquisidor itinerante.
Su principal interés, junto con el de su
cofrade, era el fortalecimiento del papado, que se había visto
debilitado por cismas en esos tiempos. A ello dedicó gran parte de sus
viajes misioneros. San Juan de Capistrano participó también en la
reforma de la Orden Franciscana de 1446.
Más adelante, el papa
Nicolás V le encomendó proseguir su labor de predicador por una zona de
Europa que había quedado dañada espiritualmente; en concreto: Alemania,
Austria, Bohemia, Polonia y los Países Bajos.
San Juan de
Capistrano predicó durante 40 años todos los días, dejando a sus
escuchas encantados con sus palabras. Fundó hospitales, organizó
trabajos sociales, y a la vez fue consejero espiritual de diversos
gobernantes y poderosos.
De él se conservan copias de muchas de sus prédicas, así como una cuantiosa correspondencia y escritos sobre teología moral.
Parte
de su vida abogó por que se emprendiera una cruzada religiosa contra
los turcos; con sus sermones para alentar a los combatientes contribuyó
en parte a la victoria de la cristiandad en la batalla de Belgrado, en
1456, por lo que se le consideró “Salvador de Europa”.
Al
encontrarse en Ilok, Hungría, actualmente Croacia, falleció San Juan
Capistrano de tifo, y fue enterrado en la iglesia franciscana de ahí. Su
tumba fue saqueda en 1526 a causa de las guerras de la Reforma, y sus
reliquias se perdieron.
En 1690, San Juan de Capistrano fue
canonizado por el papa Alejandro VIII. Es el santo patrono de los
juristas y abogados. Se le representa iconográficamente con una bandera
de Cruzado.
SAN JUAN CAPISTRANO nos enseña el valor de iluminar con la palabra.

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