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SOBRE EL PODER DE LA ORACION

La oración es tan fuerte, tan poderosa, que se ha podido decir: "Reza, y haz lo que quieras." La oración te guiará hacia la acción recta y justa. Para agradar a Dios no se necesita más que amor. "Ama, y haz lo que quieras", dice el bienaventurado Agustín, "porque el que ama de veras no puede desear hacer algo que no agrade a aquel a quien ama". Ya que la oración es la efusión y la actividad del amor, uno puede en verdad decir de modo semejante: "Para la salvación no se necesita más que la oración continua." "Reza, y haz lo que quieras", y alcanzarás la meta de la oración. Por ella obtendrás iluminación.»Para desarrollar más con detalle nuestra comprensión de este asunto, tomemos algunos ejemplos:

»1. "Reza, y piensa lo que quieras". Tus pensamientos serán purificados por la oración. La oración iluminará tu mente; ella apartará y ahuyentará todos los malos pensamientos. Esto lo asegura San Gregorio el Sinaíta. Si quieres eliminar pensamientos y purificar la mente, su consejo es: "¡Elimínalos con la oración!" Ya que nada como la oración puede controlar los pensamientos. San Juan Climaco dice también a propósito de esto: "Vence a los enemigos que hay en tu mente con el Nombre de Jesús. No hallarás otra arma como ésta.

»2. "Reza, y haz lo que quieras". Tus actos serán agradables a Dios y útiles y salutíferos para ti. La oración frecuente, sea acerca de lo que sea, no permanece estéril, porque en ella está el poder de la gracia: Y todo el que invocare el Nombre del Señor se salvará. Por ejemplo: Un hombre que había rezado sin resultado y sin devoción, obtuvo por esta oración claridad de entendimiento y una llamada al arrepentimiento. Una muchacha dada a los placeres rezó de vuelta a su casa, y la oración le mostró el camino de la vida virginal y la obediencia a la enseñanza de Jesucristo.

»3. "Reza, y no te afanes mucho en dominar tus pasiones por tus propias fuerzas". La oración las destruirá en ti. Porque mayor es Quien está en vosotros que quien está en el mundo, dice la Sagrada Escritura. Y San Juan de Cárpatos enseña que si no tienes el don del dominio de ti, no debes afligirte por ello, sino saber que Dios pide de ti diligencia en la oración, y que ella te salvará. El starets de quien se nos dice en el Otechnik que cuando caía en pecado no cedía al desaliento, sino que se entregaba a la oración, y por ella recuperaba su equilibrio, es un caso a propósito.

»4. "Reza, y no temas nada". No temas infortunios ni desastres. La oración te protegerá y los evitará. Recuerda a San Pedro, quien tenía poca fe y se hundía; a San Pablo, que rezaba en prisión; al monje que por la oración fue liberado de los asaltos de la tentación; a la chica que fue librada de las malas intenciones de un soldado como resultado de la oración; y casos semejantes, que ilustran el poder, la fuerza y la universalidad de la Oración de Jesús.

»5. "Reza de un modo u otro, pero reza siempre y no te inquietes por nada". Se alegre de espíritu y sosegado. La Oración lo arreglará todo y te instruirá. Recuerda lo que los Santos -Juan Crisóstomo y Marcos el Asceta- dicen acerca del poder de la oración. El primero declara que la oración, incluso ofrecida por nosotros, que estamos llenos de pecado, nos purifica en seguida. El segundo dice: "Rezar de un modo u otro está dentro de nuestras posibilidades, pero rezar con pureza es un don de la Gracia." Así que ofrece a Dios lo que está en ti poder ofrecer. Dale a Él primero sólo la cantidad (que está en tu poder), y Dios derramará sobre ti fuerza para tu flaqueza. "La oración, puede que seca y distraída, pero continua, creará un hábito y se volverá algo natural, y se transformará en una oración pura, luminosa, apasionada y meritoria." Hay que notar, por último, que si tu vigilancia en la oración es prolongada, entonces, naturalmente, no tendrás tiempo no ya para cometer acciones pecaminosas, sino ni tan sólo para pensar en ellas.

» ¿Ves ahora qué profundos pensamientos se concentran en esta sabia afirmación: "Ama, y haz lo que quieras"; "reza, y haz lo que quieras"? ¡Qué confortante y consolador es todo esto para el pecador abrumado por sus flaquezas, que gime bajo el fardo de sus pasiones encontradas.

»La oración: he aquí reunida la totalidad de lo que se nos da como medio universal de salvación y de crecimiento del alma en perfección. Sólo eso. Pero cuando se menciona la oración, se añade una condición. Orad sin cesar es el mandato de la Palabra de Dios. Por consiguiente, la oración muestra su más efectivo poder y su fruto cuando es ofrecida a menudo, incesantemente; porque la frecuencia de la oración pertenece sin duda a nuestra voluntad, así como la pureza, el celo y la perfección en la misma son el don de la Gracia.

»Así pues, rezaremos tan a menudo como podamos; consagraremos toda nuestra vida a la oración, aun cuando ésta esté sujeta a distracciones al empezar. Su práctica frecuente nos enseñará la atención; la cantidad conducirá ciertamente a la calidad. "Si quieres aprender a hacer bien alguna cosa, sea la que sea, debes hacerla lo más a menudo posible", dijo un experimentado autor espiritual.


("Relatos de un peregrino ruso", anónimo)

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