Si las cosas siguen así ¿qué futuro me espera? ¿Qué será de mí? ¿Podré
soportar ese peso? ¿Sabré hacerlo? ¿Por qué Dios permitió esto en mi
vida y la vida de mi familia? ¿Tuve yo la culpa? ¿Pude haberlo evitado?
No entiendo nada, no sé qué pensar. Hay muchas circunstancias que no
puedo controlar y que me son desconocidas. No veo nada claro. Me siento
como un niño indefenso, solo, desprotegido, en un sótano oscuro, en
medio de un tsunami. No sé qué hacer. Me siento muy inseguro. Tengo
miedo del futuro.
Hay situaciones de la vida humana que nos
ponen en este tipo de encrucijadas: una desgracia en la familia, una
traición, un problema serio de salud, quiebra económica, la pérdida del
empleo, la incapacidad física, un fraude o engaño, un cambio de rumbo
inesperado, etc. Se me cambian los planes y me dejan expuesto ante un
futuro que preveo difícil, tal vez insoportable.
Se vale tener
miedo. Es propio de una persona humilde reconocer que no las tiene todas
consigo. Ningún ser humano las tiene todas consigo. Se vale dudar de
las propias fuerzas y de la capacidad para soportar un sufrimiento que
se ve venir difícil y doloroso.
Es normal sentir miedo
Todos sentimos miedo y resistencia al encontrarnos en un túnel oscuro,
sin fondo, sin conocer su duración ni lo que vaya a salir en el camino.
La vida es así, no hay marcha atrás y tenemos que seguir caminando.
Con la memoria recordamos el pasado. El pasado tiene remedio con el perdón, la misericordia y la conversión.
Con la imaginación nos adelantamos al futuro, pero no podemos hacerlo a
nuestro gusto. No todo depende de nosotros. El futuro permanece siempre
con un signo de interrogación.
Confianza
Pero no
es lo mismo caminar solo por el túnel que buscar la mano de Aquél que
sí puede ver, que todo lo conoce y que es todopoderoso. Él es el Señor
de la historia, Él es el dueño de nuestra vida, Él es Padre, busca
nuestro bien y nos ama sin posibilidad de fallar.
Cuando he
atravesado momentos difíciles me voy con Cristo Eucaristía y me abro a
su mirada para que me vea tal cual me siento. Allí encuentro refugio y
recobro confianza al escuchar:
- Tú vales más que las aves del
cielo, que no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, y yo las
alimento. No te preocupes del mañana: el mañana se preocupará de sí
mismo. Cada día tiene bastante con su propio afán. Por más que te
preocupes, no podrás añadir ni un codo a la medida de tu vida. (Cfr. Mt
6, 25-34) No temas, tú vales más que muchos pajarillos (cfr. Lc 12, 7)
Echa sobre mí todas tus preocupaciones, yo cuidaré de ti. (1 Pedro 5,7)
- ¿Sientes que el mundo se te viene encima? Es normal, pero yo estoy
contigo. Si yo estoy contigo, ¿quién contra ti? Mira, si entregué a mi
propio Hijo para salvarte a ti, ¿por qué dudas de mí? Que nada te separe
de mi amor, ni la tribulación, ni la angustia, ni la persecución, ni el
hambre, ni los peligros. Aunque te sientas como oveja destinada al
matadero, ten la certeza de que yo te amo y saldrás vencedor de esta
dura prueba. (cfr. Rom 8, 31-39)
- Puede ser que a ratos no me
veas, pero escucha los golpes de mi cayado, allí voy contigo, estoy
siempre a tu lado, que mi vara y mi cayado te sosieguen (cfr. Salmo
23,4)
- También tienes a mi Madre que te protege bajo su manto.
Escucha que ahora te repite a ti: “Oye y ten entendido, hijo mío el más
pequeño, que es nada lo que te asusta y te aflige. No se turbe tu
corazón, no temas esa enfermedad, ni otra alguna enfermedad ni angustia.
¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy
yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has menester?
No te apene ni te inquiete cosa alguna”. (Nican Mopohua)
Además de escuchar su Palabra veo que casi siempre me sale al encuentro
algún "ángel" que Dios me envía, personas que son transparencia del amor
de Dios.
Ante el futuro incierto hay que echar mano de la
virtud de la esperanza. Dios nos invita a confiar en Su Providencia y
vigilar en la oración. Decir: "Confío, pero...." no es suficiente. Dios
espera que nos abandonemos a sus brazos, en actitud de confianza total.
Cuando Jesús sintió terror y angustia. ¿Qué hizo? Se fue al huerto a
hacer oración, allí se desahogó y puso toda su confianza en Su Padre.
Confiar significa lanzarse con la certeza de que tu padre te cuidará.
Es como tirarse en un paracaídas; si no te lanzas, no se abre. Sí, da
vértigo.
Ante un futuro incierto: rezar
San Alfonso María de Ligorio escribió:
“Túrbanse algunos y se preguntan inquietos y miedosos: ¿Quién sabe si
estaré escrito en el libro de la vida? ¿Quién sabe si Dios me dará la
gracia eficaz y la perseverancia? (…) Rezad, rezad siempre; que vuestras
plegarias suban continuamente ante el trono de Dios. Dadle siempre
gracias por las promesas que os hizo de concederos todas las gracias que
le pidiereis; la gracia eficaz, la perseverancia, la salvación y todo
cuanto deseareis... Nos lanzó el Señor a la batalla contra enemigos
fuertes, pero El será fiel a la promesa que nos hizo de no permitir que
seamos más fieramente combatidos de lo que nuestras fuerzas pueden
resistir. Es fiel porque al punto socorre al que le invoca.”
Entonces, cuando sientas miedo ante el futuro, percibe la mano amiga de
Jesús que te abraza y que dice: Sé que tienes miedo, te entiendo, no es
para menos, pero aquí estoy y estaré siempre contigo. Te amo. Agárrame
fuerte, confía en mí, no te rindas, no me sueltes, permanece en oración.
(P. Evaristo Sada LC - La-oracion. com)
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