SAN ALBERTO MAGNO (1193 o 1206-1280) nació en Lauingen, en Baviera, Alemania, en el seno de la noble familia Bollstadt.
En
1223, San Alberto ingresó en Padua a la Orden de Santo Domingo, o bien
Orden de Predicadores, que recién había sido instituida apenas diez años
antes.
Largos años de su vida los dedicó al estudio, hasta ser
promovido a Magister de Teología, aunque también fue un brillante
filósofo y “hombre de ciencia” de su época. Se doctoró en París en 1245.
En
la Universidad de París San Alberto Magno impartió la cátedra de
Teología, y fue ahí donde clasificó, tradujo y comentó la obra de
Aristóteles, y también donde conoció a su discípulo dilecto: Santo Tomás
de Aquino.
Tres años más tarde fue enviado por su Orden a
Colonia, con la misión de fundar ahí la casa de estudios que habría de
convertirse en la Universidad de Colonia. Asimismo promovió la
construcción de la catedral de esa ciudad a orillas del Rin, así como de
monasterios en varias ciudades.
Con esos proyectos en marcha, en
1254 recibió en Worms el nombramiento al frente de la provincia
dominica de Teutonia. Durante esta época realizó numerosos viajes de
monasterio en monasterio, casi siempre a pie, promoviendo la estricta
observancia de las reglas.
Obedeciendo al papa Alejandro IV, San
Alberto Magno se hizo cargo del obispado de Ratisbona, o Regensburg, al
frente del cual permaneció unos dos años, antes de regresar a la vida
académica.
En 1263 el papa Urbano IV aceptó su renuncia al
obispado, y entre 1264 y 1266 San Alberto impartió cátedra en las
Universidades de Wurzburgo y Estrasburgo, hasta que en 1269 el Vaticano
le concedió regresar a la paz de su monasterio en Colonia.
San
Alberto Magno fue uno de los grandes sabios de la Edad Media, y uno de
los teólogos más importantes; de ahí sus apelativos de Doctor Expertus y Doctor Venerabilis.
Puesto
que también realizó estudios “experimentales” en lo que hoy son campos
de la física, la química, la biología, la medicina, la geografía y la
astronomía, se le conoce igualmente como Doctor Universalis.
En su Summa Theologiae,
la compilación de su pensamiento teológico, obra aparecida en 1270, San
Alberto sentó las bases para conciliar el cristianismo con el
pensamiento de Aristóteles, que anteriormente había estado relegado
debido a la importancia que tuvo Platón para la teología de San Agustín,
la cual había sido primordial hasta entonces.
A pesar de que la obra quedó inconclusa, influyó de manera fundamental en Santo Tomás de Aquino para desarrollar su filosofía.
Ya
de avanzada edad, se dice que San Alberto mandó construir su propia
tumba, y que cada día rezaba ahí el oficio de difuntos. Varios años
después falleció, entre sus hermanos. Sus restos reposan en la iglesia
de San Andrés, en Colonia.
Luego de largos siglos de espera, San
Alberto Magno fue canonizado en 1931 por el papa Pío XI. Es el santo
patrono de los teólogos, los filósofos, los científicos naturales, los
estudiantes de Ciencias y los montañistas.
SAN ALBERTO MAGNO nos enseña que contar con grandes conocimientos no obstaculiza la humildad y la pobreza.
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