SAN MARTÍN DE TOURS (316-397) nació en Sabaria, la actual Szombathely, Hungría, hijo de un tribuno romano.
De niño, San Martín recibió una educación cristiana en Pavia, la ciudad natal de su padre, aunque no fue bautizado entonces.
A
los 15 años, por deseo y orden de su padre ingresó al ejército romano,
quedando adscrito a una división de caballería activa en la Galia.
Tres
años más tarde, San Martín fue bautizado por San Hilario, antes de que
fuera obispo de Poitiers. Y a los 20 años de edad, hacia el año 336,
cuando se iba a emprender una nueva campaña contra los germanos, se
separó definitivamente del ejército.
Para San Martín, el servicio de las armas y el ser cristiano eran actividades incompatibles.
De
esta época data la célebre historia por la que se le conoce. Montado en
su corcel, ataviado elegantemente como oficial, San Martín salía de
Amiens, y a las puertas de la ciudad se encontró a un mendigo que no
tenía con qué protegerse del frío.
Sin pensarlo, San Martín sacó
su espada, y con ella partió a la mitad su elegante capa y le obsequió
un trozo al mendigo. Cuenta la leyenda que a la siguiente noche Cristo
se le apareció vestido con ese fragmento de capa, y entonces comprendió
que el mendigo había sido Cristo que quería probarlo.
San Martín
regresó a su natal provincia de Panonia, la actual Hungría, con el
propósito de llevar a cabo misiones evangélicas, pero terminó
retirándose a la vida de ermitaño durante un tiempo, hasta que
finalmente decidió regresar a Francia.
En 361, San M artín fundó
una comunidad de ascetas en Ligugé, a la cual se considera el primer
monasterio que hubo en Europa; esto es importante porque existen los
elementos históricos suficientes para datarlo con certeza.
Diez
años más tarde, en 371, San Martín es nombrado obispo de Tours, aunque
durante un tiempo continúa residiendo en el otro monasterio fundado por
él, llamado Marmoutier, a 4 kilómetros de Tours. Desde ahí pudo
organizar finalmente sus anheladas misiones de cristianización.
Por
todo su obispado acostumbraba viajar San Martín, distinguiéndose
siempre sobre todo por su actitud humilde y por amar y proteger a los
pobres.
En uno de estos viajes, en Candes, el actual
Candes-St-Martin, cerca de su sede obispal, falleció San Martín de
Tours. Fue la primera persona no mártir en ser venerada por su santidad
en Occidente.
SAN MARTÍN DE TOURS nos enseña el valor de compartir lo que se tiene con los que no tienen.
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