Nació en Tréveris, hacia el año 340, de una familia romana Estudió en Roma y comenzó una brillante carrera en Sirmio.
El
año 374, mientras vivía en Milán, fue inesperadamente elegido obispo de
aquella ciudad. San Ambrosio se negó a aceptar el cargo pues no era
sacerdote, pero se hicieron memoriales y el Emperador mandó un decreto
señalando que el santo debía aceptar ese cargo. Desde entonces se dedicó
por horas y días a estudiar las Sagradas Escrituras hasta llegar a
comprenderla maravillosamente.
Cumplió con toda fidelidad su
ministerio, ejercitándose principalmente en la caridad para con todos,
como verdadero pastor y maestro de sus fieles.
Protegió con
valentía los derechos de la Iglesia; con sus escritos y con sus obras,
defendió, contra los arrianos la fe verdadera.
Además de su
sabiduría para escribir, tenía el don de la diplomacia siendo llamado
muchas veces por el alto gobierno como embajador del país para obtener
tratados de paz cuando se suscitaba algún conflicto.
Murió en Sábado santo, el día 4 de abril del año 397.
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