SAN ESTEBAN (¿1?-36/40) nació en Jerusalén; fue contemporáneo de Jesús.
Judío de tradición helenista, San Esteban fue el primero de los siete diáconos de la comunidad cristiana primitiva de Jerusalén.
Los
diáconos, que en un principio eran consagrados directamente por los
Apóstoles, ejercían un cargo de asistencia social en aspectos en los que
existía desacuerdo entre la perspectiva helenista y la judía
tradicional, como el cuidado de las viudas y los huérfanos.
Por los Hechos de los Apóstoles
sabemos que San Esteban era un predicador muy estimado, y que con sus
discursos acerca de la Resurrección de Jesús logró convertir a muchos de
los que fueron propiamente los primeros de todos los cristianos.
Debido
a su éxito, también se ganó la animadversión de muchos ortodoxos, y a
la menor oportunidad fue acusado de contravenir la ley de Moisés y
blasfemar contra Dios.
Cuando los jueces de la sinagoga le
increparon si era cierto lo que se decía, San Esteban les respondió con
un inflamado discurso, el más extenso de los de los Hechos de los Apóstoles, con el que intentaba convencerles de que los tiempos habían cambiado con la llegada del Redentor.
Las
palabras de San Esteban sólo llenaron de ira a las autoridades y
encendieron a la multitud. A continuación lo condujeron a las afueras de
Jerusalén para apedrearlo.
Un joven que había llegado del
extranjero, llamado Saulo, contemplaba horrorizado la escena; él sería
el futuro apóstol San Pablo.
Mientras moría lapidado, San Esteban
se puso de rodillas y rezó por el perdón de sus asesinos, pidiéndole al
Señor que no tomara en cuenta ese pecado.
De San Esteban se dice que es el protomártir, pues fue el primero de todos los mártires que murieron a causa de su fe.
SAN ESTEBAN nos enseña el principio fundamental del perdón.
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