La palabra amor es una de las más llevadas y traídas. Tanto que ya se ha desgastado. A cualquier cosa hoy se le llama amor.
En griego amor se dice de tres formas, y cada una tiene su significación: eros, philía y ágape.
Eros
es el amor del hombre y la mujer. De ahí viene la palabra erótico. Es
el amor que surge como fruto de la atracción de pareja. Philía es el
amor de amistad o familiar. El padre quiere al hijo y el hijo quiere al
padre con un amor filial. En este sentido el amor brota de unos lazos
que obligan.
Ágape, por el contrario, es el amor más
sublime porque es el amor que se entrega al otro sin ningún tipo de
interés. Es el amor propio de los cristianos, que termina convirtiéndose
en caridad, misericordia y compasión.
Estas tres últimas palabras encierran una carga significativa enorme. Tanto caridad (car-idad) como misericordia (miseri-cor-dia)
hacen referencia al corazón. Es querer con el corazón. Mientras que
compasión hace referencia a la actitud de querer padecer con el otro
(com-pasión).
Como se puede ver la comprensión cristiana
del amor va más allá de cualquier sentimentalismo. Hace referencia al
centro mismo del ser humano. Su parte más sensible.
Amar
es meter al otro en mi corazón. Por eso el amor ágape es un amor
universal (debo amar a todos sin discriminación); es un amor
desinteresado (no busca ser recompensado, ama porque sí); y es un amor
ilimitado (ama con gran generosidad).
Dice San Bernardo:
"El amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su
mérito y su premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro
motivo fuera de él mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste
en su misma práctica. Amo porque amo, amo por amar."
San
Juan Eudes entendió lo difícil que resulta esto para nosotros. Por eso
dice que el corazón de Jesús se nos ha dado para amar de esa manera ya
que con nuestro propio corazón sería imposible.
Ahora
entendemos porqué Jesús sintetizó en el mandamiento del amor a Dios y
al prójimo todos los mandamientos de la tradición judía. Recordemos que
para los israelitas había 613 mandamientos, de los cuales 365 eran
negativos, es decir prohibían hacer algo; y 248 eran positivos. La
cuestión es: dentro de tantos mandamientos ¿cuál es el más importante?
"Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda la Ley." (Rom 13, 8)
San
Agustín también nos da la respuesta: "Ama y haz lo que quieras. Si
callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges,
corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor
arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos."
(Homilía VII, párrafo 8)
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