El 1º de noviembre de 2005, la Asamblea General
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció, en su 42ª
sesión plenaria y con el consenso de todos sus miembros, que el 27 de
enero de cada año se recuerde el "Día Internacional de Conmemoración
Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto". La fecha coincide con
la llegada, en 1945, del Ejército Rojo soviético al campo de exterminio
de Auschwitz-Birkenau, en Polonia, poco después de que éste fuera
abandonado por los nazis.
El padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede y director general del Centro Televisivo Vaticano, lo recordó en su editorial semanal “Octava Dies”
"Hace sesenta y siete años, el 27 de enero de 1945, terminaba la
infamia de Auschwitz. El día de la Memoria fue instituido en esta fecha,
ligada al lugar simbólicamente más terrible de la tragedia descomunal
del Holocausto. No podemos y no debemos olvidar. Si hubo hombres capaces
de llegar a tanta absurda atrocidad, nadie nos asegura que no podremos
en el futuro llegar otra vez, y la Memoria dolorosa se convierte en una
admonición para el hoy y para todo tiempo.
¡Atención!
Sesenta y siete años no son pocos. La generación de los testigos en
primera persona, de quien ha vivido los tiempos y los horrores del
Holocausto está disminuyendo rápidamente. Es necesario compartir las
preocupaciones de quien comienza a temer el riesgo del olvido, peor aún
el de la negación, alimentado no sólo por la ignorancia, sino –y es
terrible–, a veces también por el odio por motivos políticos, étnicos o
religiosos.
En cambio la Memoria del Holocausto es un
punto de comparación crucial en la historia de la humanidad, para
comprender lo que está en juego cuando se habla de la dignidad
irrenunciable de toda persona humana, de la universalidad de los
derechos humanos y del empeño por su defensa.
Para los
creyentes es también un “lugar teológico” inevitable. Es el lugar de la
pregunta más radical sobre Dios y sobre el mal. Es el lugar de la
seriedad última de nuestro estar frente a Dios, de las preguntas que le
dirigimos desde lo profundo, del silencio frente al misterio. Para el
cristiano, lugar de la mirada a la Cruz en la esperanza de que la
angustia dé lugar a la vida.
El Papa polaco y el Papa
alemán, en Auschwitz y en el Yad Vashem, han hecho Memoria. También
nosotros seguiremos haciéndola en este día, en solidaridad ante todo con
el pueblo de Israel y con todas las víctimas del absurdo odio homicida,
negador de su dignidad, independientemente del pueblo y la lengua a la
que hayan pertenecido o pertenezcan."
(Fuente: News.va)
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