"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Mc 3, 7-12
Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió
mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su
encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la
Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus
discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo
apretujara. Porque, como sanaba a muchos, todos los que padecían algún
mal se arrojaban sobre él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas
lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: "¡Tú eres el Hijo de Dios!".
Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de
manifiesto.
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