"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Mt 4, 12-17. 23-25
Cuando Jesús se enteró de que Juan Bautista había sido arrestado, se
retiró a Galilea. Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a
orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se
cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: "¡Tierra de
Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania,
Galilea de las naciones! El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una
gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se
levantó una luz". A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar:
"Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca". Jesús recorría
toda la Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando la
Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias de
la gente. Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos
los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos:
endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los sanaba. Lo seguían
grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de
Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.
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