DIOS MÍO, Tú ya
nos conoces, incluso sabías al crearnos que te traicionaríamos, que te
olvidaríamos, que te despreciaríamos. Sì, Señor, Tú sabías del barro que
estamos hecho. Y, sin embargo, nos amaste, nos diste la vida, nos llamaste nos
perdonaste tantas veces...
Gracias, Padre
mío, por ser tan pródigo en tu perdón, tan derrochador de amores y
misericordia. Bendito seas, Señor, bendito seas. Y sigue así, sigue enamorado
de este pobre hombre que quiere y no puede, o que puede pero no quiere.
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