El tiempo de Cuaresma es un momento de especial preparación interior.
Este decálogo cuaresmal que puede ser una buena guía para cumplir con
este propósito.
1. Romperás de una vez por todas con lo
que tú bien sabes que Dios no quiere, aunque te agrade mucho, aunque te
cueste “horrores” dejarlo. Lo arrancarás sin compasión como un cáncer
que te está matando. “¿¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo
entero, si pierde su vida?" (Mc 8, 36)
2. Compartirás tu
pan con el hambriento, tus ropas con el desnudo, tus palabras con el que
vive en soledad, tu tiempo y consuelo con el que sufre en el cuerpo o
en el alma, tu sonrisa con el triste, tu caridad con TODOS. Examinarás
esto con cuidado cada noche. "Les aseguro que cada vez que lo hicieron
con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo." (Mt 25, 40)
3.
Dedicarás un buen tiempo todos los días para estar a solas con Dios,
para hablar con Él de corazón a Corazón. Será un tiempo de agradecer, de
pedir perdón, de alabarle y adorarle, de suplicar por la salvación de
TODOS. Este tiempo no es negociable. “En esos días, Jesús se retiró a
una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.” (Lc 6,
12)
4. Confiarás en Dios a pesar de tus pecados y
miserias. Creerás que Dios es más fuerte que todo el mal del mundo. No
permitirás que ni dolor, ni pesar alguno, ni “tu negra suerte”, ni las
injusticias y traiciones sufridas te hagan dudar ni por un momento del
amor infinito que Dios te tiene. Él ha muerto en cruz para salvarte de
tus pecados. “Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza.”
(Sal 23, 4)
5. Mirarás sólo a Dios y a tus hermanos.
Mirarte tanto te hace daño, porque te envaneces viendo los dones que nos
son tuyos o te desalientas viendo sin humildad tus miserias. Mira a
Jesús y habrá paz en tu corazón. Mira las necesidades de tus hermanos y
ya no tendrás tiempo de pensar en ti; te harás más humana, más
cristiana. “Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes
del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el
pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra.”
(Col 3, 1-2)
6. Ayunarás de palabras vanas: serás
benedicente. Ayunarás de malos pensamientos: serás pura de corazón.
Ayunarás de acciones egoístas: serás una mujer para los demás. Ayunarás
de toda hipocresía: serás veraz. Ayunarás de lo superfluo: serás pobre
de espíritu. "Este es el ayuno que yo amo -oráculo del Señor-: soltar
las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a
los oprimidos y romper todos los yugos.” (Is 58, 6)
7.
Perdonarás una y mil veces a quien te ha herido, con causa o sin ella,
justa o injustamente, esté arrepentido o no. Un perdón que no será sólo
tolerar o soportar sino que ha de brotar del amor sincero y
sobrenatural. Los perdonarás uno por uno, primero en tu corazón y luego,
si te es posible, también con tus palabras. No permitirás que el rencor
ni el resentimiento envenenen tu corazón. “Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen.” (Lc 23, 34)
8. Ofrecerás sacrificios
agradables al Señor. Los harás en silencio, sin que nadie se dé cuenta.
Buscarás con ello reparar por tus pecados y los de TODOS los hombres.
Querrás con ello desprenderte de las cosas materiales, que tanto te
agradan, para poder hacerte más libre y ser una mujer para Dios. Pero
sobre todo ejercerás el sacrificio de vivir con perfección la caridad en
todo momento con TODOS tus hermanos. “Hagan siempre el bien y compartan
lo que poseen, porque esos son sacrificios agradables a Dios.” (Heb 13,
16)
9. Amarás la humildad y procurarás vivirla de la
siguiente manera: reconocerás tus pecados; considerarás a los demás
mejores que tú; agradecerás las humillaciones sin dejarte arrastrar por
el amor propio; no buscarás los honores, ni los puestos, ni el poder, ni
la fama, que todo eso es de Dios; te harás servidora de todos. “el que
quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser
el primero, que se haga servidor de todos”. (Mc 10, 43-44)
10.
Anunciarás a los hombres la verdad del Evangelio. Les dirás sin temor
que Dios los ama, que se ha hecho hombre por ellos y ha muerto en la
cruz para salvarlos. Les mostrarás que sólo Él los puede hacer
plenamente felices. Les harás ver que la vida que tiene su origen en
Dios, es muy corta, se pasa rápido y que Dios es su destino final; vivir
por Dios, con Dios y en Dios es lo sensato y seguro. “Entonces les
dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la
creación." (Mc 16, 15)
Fuente: Catholic.net
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