Nació en Emesa, la actual Hims, en el Orontes, en Siria, en la época en que la Iglesia empezaba a consolidarse.
Se conocen pocos datos acerca de su vida antes de ser electo como undécimo Papa, en el año 155.
San
Policarpo, como Obispo de la Iglesia de Oriente, había acudido a Roma
para entrevistarse con San Aniceto sobre un tema de crucial importancia
entonces, que era la fijación de la fecha de la Pascua.
Siguiendo
la tradición de San Juan, Policarpo sostenía que la celebración debería
tener una fecha fija. Aniceto, por su parte, se apegaba a San Pedro, y
argumentaba que la Pascua siempre tenía que caer en domingo.
Ambos
santos fueron incapaces de ponerse de acuerdo. Sin embargo esto no
significó ningún tipo de confrontación o cisma entre las distintas sedes
de la Iglesia, ya que ambos tuvieron la sagacidad de preservar la
unidad por encima de todo, y “se separaron en paz”.
Contra
las herejías, en cambio, San Aniceto se mostró implacable, en especial
en contra de los valentinianos y de los marcionistas; además, criticó
con fuerza a los partidarios del gnosticismo.
Dentro de la
Iglesia, estableció normas en cuanto al aseo y el aspecto personal de
los clérigos, como prohibirles llevar los cabellos largos.
A San Aniceto se le designa como mártir, aunque no existen datos que lo corroboren.
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