Nació en Bra, en el Cuneo, Italia en 1786; fue el mayor de los 12 hijos de un mercader de panes.
Desde
muy joven, José Benito se sintió atraído por el estudio de la Iglesia, y
esquivó adversidades para poder graduarse en teología en Turín, donde
se hizo sacerdote. Sin embargo, al atender la muerte dramática de una
mujer pobre que dejaba en orfandad a media docena de hijos, conmovido se
dio cuenta de que su verdadera vocación era ayudar a los más
necesitados.
Cerca de dicha ciudad, en un lugar llamado
Valdocco, fundó en 1828 la “Pequeña Casa de la Divina Providencia”, un
hogar para los enfermos rechazados de los hospitales, para
discapacitados, huérfanos, inválidos y mujeres sin hogar, todos los
cuales formaban ahí una “familia”.
La Pequeña Casa ofrecía
refugio y asistencia a todo tipo de personas rechazadas y marginadas de
la sociedad, ayudando a que se sintieran valoradas y aceptadas, y
ofreciéndoles la salvación en el cristianismo.
“El
Cottolengo”, como se conoce a San José Benito, “canónigo bueno”,
instituyó numerosas congregaciones, como los frailes de la Santísima
Trinidad, diversas familias de hermanas y hermanos de San Vicente y el
seminario de los Tomasinos.
Abrumado por el trabajo, San
José Benito Cottolengo falleció en santa paz en Chieri, cerca de Turín,
rodeado por su “familia”. Se le recuerda como precursor de la asistencia
hospitalaria. El hospital que fundó continúa operando, y en la
actualidad cuenta con dos mil camas.
El papa Pío XI canonizó a San José Benito Cottolengo en 1934.
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