"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Jn 10, 22-30
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y
Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Los judíos lo
rodearon y le preguntaron: "¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si
eres el Mesías, dilo abiertamente". Jesús les respondió: "Ya se lo dije,
pero ustedes no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan
testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas.
Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy
Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis
manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede
arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola
cosa".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario