En el Barrio de la Esperanza, había una pequeña
tienda de mascotas, y su dueño, cada vez que tenía una nueva camada de
perritos, avisaba colocando un letrero sobre la puerta que decía
“Cachorros en Venta”, sabedor de que letreros como este atraen a los
niños.
Cierto día, y recién colocado el cartel, Felipe, un
niñito que no era del barrio, apareció en la tienda y se dirigió al
dueño del establecimiento que estaba entretenido ordenando los piensos
para animales.
- ¿Cuánto cuestan los cachorros? –preguntó Felipe.
- Entre cuarenta y cincuenta euros –replicó el dueño.
- Pues yo tengo... Cuatro Euros con treinta y ocho céntimos –dijo
mientras rebuscaba monedas en su bolsillo ¿Puedo verlos, por favor?
El dueño sonrió al ver ese "dineral", pero a pesar de todo, dio un
silbido y de la perrera salió Zolita, quien corrió por el pasillo de la
tienda seguida de siete diminutas "bolitas de pelo" color canela. Pero
uno de los cachorros se retrasaba considerablemente, pues no podía ir al
ritmo vivaracho de los demás.
- ¿Qué pasa con ese perrito? –dijo Felipe señalando al cachorro que cojeaba rezagado.
- Verás –respondió el dueño de la tienda, el veterinario lo ha
examinado, y ha descubierto que no tenía la cavidad del hueso de la
cadera. Por eso está cojo, y siempre será así.
- ¡Estupendo! ¿Ese es el cachorro que quiero comprar!
- Mira pequeño, no entiendo por qué te gusta justo ese perrito, pero si
de verdad lo quieres, no tienes que comprarlo, porque está, digamos...
Defectuoso. Lo cierto es que había pensado incluso en sacrificarlo; de
manera que si te gusta, te lo regalaré.
- ¡No quiero que me lo regale! -contestó el niño visiblemente molesto.
Tras un denso silencio, en el que Felipe miró directamente a los ojos
del dueño de la tienda, le dijo mientras señalaba al cahorrillo:
- No quiero que me lo regale. ¿Acaso por ser cojo, ese perrito ya no
vale tanto como los demás? Desde luego que no es así. Le pagaré todo su
valor, lo que cobre por cualquiera de sus hermanitos. Pero si me lo
permite, le daré todo lo que llevo encima ahora, y le traeré mi paga
semanal, un Euro, hasta que lo haya pagado por completo.
- Perdona
niño, pero déjame insistir en que no creo que sea la mejor elección el
comprar justamente ese perrito. Ya te he dicho que nunca va a poder
correr, ni jugar con normalidad, ni saltar contigo como los demás
cachorros.
En ese momento, el pequeño se agachó y levantó el
pernil de su pantalón para mostrar una pierna lisiada, retorcida, sujeta
por una gran abrazadera de metal.
- Bien –replicó Felipe
suavemente mientras no apartaba su vista del tendero. Yo tampoco corro
muy bien, y el cachorrito necesitará a alguien que lo entienda ¿No cree?
En la vida no importa quién eres, sino que alguien te aprecie, te
acepte y te ame incondicionalmente. Un verdadero amigo, es aquel que
llega cuando los demás te han dejado.
“Jesús es nuestro
verdadero amigo, nos ama incondicionalmente, no importa cuál sea nuestra
condición, nos acepta con todos nuestros defectos, Él es nuestro amigo
fiel. Sólo nos pide algo muy sencillo, que le abramos nuestro corazón”
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