San Pedro y san Pablo son los dos pilares que sostienen a toda la
construcción del cristianismo. A ellos se debe en primer término que la
doctrina de Jesús se haya extendido alrededor del planeta.
Ambos
anunciaron el Evangelio en la fe y el amor a Jesucristo, y ambos
murieron martirizados durante el reinado del emperador Nerón.
San Pedro (¿?-67), llamado originalmente Simón Bar Jona, nació en Bethsaida, Galilea, al norte del actual estado de Israel.
Pescador
de oficio, fue uno de los discípulos de Jesús, quien lo eligió como
base del edificio de Su Iglesia, otorgándole de manera simbólica la
llave que abre la puerta del Reino de los Cielos.
En San
Pedro, como primer Papa de la cristiandad, y en todos sus sucesores,
recayó el peso de mantener la unidad de la Iglesia en la comunión de la
fe y la caridad.
Su labor parecía imposible, pues la
religión de los romanos estaba compuesta por dioses propios y por
deidades de las que se apropiaban en conquistas, y en general la idea de
un Cristo Redentor era completamente ajena a sus creencias. Sin
embargo, la labor de San Pedro fructificó y ha perdurado dos mil años.
Luego
de la muerte de Jesús, San Pedro viajó a Roma, capital del Imperio,
para predicar y establecer ahí la sede de la Iglesia de Jesucristo.
Cuando lo capturaron, San Pedro pidió que lo crucificaran de cabeza.
San
Pablo (¿7?-¿67?) nació en Tarso, en la actual Turquía, en una familia
de judíos pudientes que también eran ciudadanos romanos; al mismo
tiempo, el entorno cultural en el que creció era griego.
Paulo,
que es la forma romana de decir su nombre hebreo, Saulo, al igual que
su padre aprendió el oficio de tejedor de tapetes, y también perteneció a
los fariseos, o teólogos judíos.
Para proseguir sus
estudios teológicos, Saulo viajó a Jerusalén, donde se le enseñó que
había surgido una secta peligrosa que amenazaba al judaísmo, y por ese
convencimiento se prestó a perseguir a los primeros cristianos.
Como
cuentan los Hechos de los Apóstoles, una especie de rayo fulminó a San
Pablo derribándolo, y en medio de un resplandor muy intenso el propio
Jesús se le apareció, cuestionándole su actitud.
Esta
experiencia lo hizo cambiar radicalmente. En Damasco recibió el
bautismo, y se convirtió en el mayor predicador que haya tenido la fe
cristiana. San Pablo fue el “Apóstol de los Gentiles”. Sus Epístolas y
el resto de sus escritos fueron fundamentales para que el cristianismo
se extendiera por todo el Mediterráneo.
El apóstol San Pablo murió decapitado, ya que como ciudadano romano gozaba de esa gracia que lo eximía de la crucifixión.
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