"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Mt 20, 20-28
La madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos,
y se postró ante él para pedirle algo. "¿Qué quieres?", le preguntó
Jesús. Ella le dijo: "Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino,
uno a tu derecha y el otro a tu izquierda". "No saben lo que piden",
respondió Jesús. "¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?". "Podemos", le
respondieron. "Está bien", les dijo Jesús, "ustedes beberán mi cáliz. En
cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí
concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado
mi Padre". Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos
hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que los jefes
de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su
autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que
quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser
el primero, que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino
para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una
multitud".
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