"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Mc 9, 2-10
Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un
monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras
se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo
podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando
con Jesús. Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos
tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Pedro no
sabía qué decir, porque estaban llenos de temor. Entonces una nube los
cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: "Éste es mi Hijo muy
querido, escúchenlo". De pronto miraron a su alrededor y no vieron a
nadie, sino a Jesús solo con ellos. Mientras bajaban del monte, Jesús
les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre
resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron esta orden, pero se
preguntaban qué significaría "resucitar de entre los muertos".
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