Oh
María, Madre de Jesús y Madre mía, al comenzar el nuevo día, regalo del Señor,
me dirijo a ti, para ponerme en tus manos y en tu corazón. Condúceme a Jesús,
para que le pertenezca enteramente; con mi voluntad, pensamiento y corazón, con
mi cuerpo y con mis obras. Ayúdame a vivir en la gracia y en el amor que el
Padre me ha dado con la efusión del Espíritu Santo, y hazme ser acogedor con
todos. Reina del cielo, guía y acompaña con tu materna inspiración hasta mis
menores acciones, para que todo sea hoy una ofrenda espiritual agradable a Dios
y promueva un mundo más justo y fraterno. Intercede por mí, Madre, y despierta
el corazón de hijo que duerme en todo hombre, para que todos juntos caminemos
al encuentro del Padre.
Amén.
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