Nació en 283m en Cerdeña, Italia, en épocas en que la Iglesia fue haciéndose de una posición preponderante en el Imperio Romano.
Los
padres de San Eusebio emigraron a Roma cuando él era niño; ahí recibió
una educación extraordinaria y fue ordenado sacerdote. En 340 el papa
San Julio I lo nombró obispo de Vercelli, siendo el primer obispo del
Piamonte; el cargo lo ejerció por 28 años.
A pesar de que
el emperador Constantino había proclamado tolerancia hacia los
cristianos en el Edicto de Milán, su hijo y sucesor Constancio era más
bien partidario de la herejía del arrianismo, que negaba la naturaleza
divina de Cristo.
Con miras a resolver la disputa
pacíficamente, en 354 el papa San Liberio lo comisionó para que tomara
parte en el Sínodo de Milán. Sin embargo se trató de un ardid con el que
Constancio pretendía hacerlos abjurar a él y a su grupo de la fe en la
doble naturaleza de Jesús.
Al ver que San Eusebio de
Vercelli jamás cedería, el emperador lo desterró a Palestina, donde pasó
varios años confinado en una pequeña celda. A la muerte de Constancio,
sin embargo, el nuevo emperador, Juliano el Apóstata, le devolvió a la
Iglesia su libertad y permitió el regreso de los desterrados.
San
Eusebio volvió a Vercelli en 362. Además de por su pacífica lucha
contra el arrianismo, se le recuerda por el gran impulso que dio a la
vida monacal, organizando a los sacerdotes por primera vez en
comunidades, lo cual les permitió ser más eficientes en su misión
evangelizadora.
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