"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Lc 10, 17-24
Al volver los setenta y dos de su misión, dijeron a Jesús llenos de
gozo: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre". Él les
dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder
para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las
fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo,
de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus
nombres estén escritos en el cielo". En aquel momento Jesús se
estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: "Te alabo,
Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo mantenido
ocultas estas cosas a los sabios y prudentes, las has revelado a los
pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por
mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe
quién es el Padre, sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera
revelar". Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a
ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro
que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo
vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".
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