"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Lc 18, 1-8
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin
desanimarse: "En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le
importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que
recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi
adversario'. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo:
'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me
molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a
fastidiarme'". Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto. Y
Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche,
aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos
les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe
sobre la tierra?".
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