"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Lc 19, 45-48
Jesús, al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores,
diciéndoles: "Está escrito: 'Mi casa será una casa de oración, pero
ustedes la han convertido en una cueva de ladrones'". Y diariamente
enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más
importantes del pueblo buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo
hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus
palabras.
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