Lo
que convierte nuestra memoria en proyecto, y transforma nuestro deseo en lucha,
es la consciencia de haber recibido una promesa y confiar en ella: como
Abraham, y Moisés, y Zacarías, y María, y José, y Pedro, y tantos otros hombres
y mujeres, que un día escucharon una palabra que les hablaba del futuro… y se
fiaron. Dios nos ha prometido venir, y seguir viniendo. Nos ha prometido las bienaventuranzas,
y aunque es de locos, lo creemos. Nos ha prometido la Vida que vence al mal, y
una lógica en la que el lobo ya no amenaza al cordero… y aunque nos llamen
ingenuos, ilusos, necios o ciegos, lo creemos.
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