"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Mt. 5,1-12a
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus
discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a
enseñarles, diciendo: "Felices los que tienen alma de pobres, porque a
ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los afligidos,
porque serán consolados. Felices los pacientes, porque recibirán la
tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán
misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a
Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos
de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia,
porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes,
cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda
forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes
tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron
a los profetas que los precedieron".
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