Tantas veces María me has
auxiliado,
Que siento la vergüenza, angustia y pena
Del que torna de casa hostil y ajena
Y volviendo a tu amor, llego turbado.
Ignoran las estrellas cuando, helado,
En las noches de oscuridad suprema
Sin luna, sin lucero, mi gangrena
Crecía con el furor de mi pecado
Acudo una vez más a tu clemencia
Y apelo a tu serena mansedumbre,
Más grata cuanto más vil fue mi ausencia.
Y sé que tu recibes mi dolencia;
Que afable me convidas a tu lumbre
Por que es inagotable tu paciencia.
Que siento la vergüenza, angustia y pena
Del que torna de casa hostil y ajena
Y volviendo a tu amor, llego turbado.
Ignoran las estrellas cuando, helado,
En las noches de oscuridad suprema
Sin luna, sin lucero, mi gangrena
Crecía con el furor de mi pecado
Acudo una vez más a tu clemencia
Y apelo a tu serena mansedumbre,
Más grata cuanto más vil fue mi ausencia.
Y sé que tu recibes mi dolencia;
Que afable me convidas a tu lumbre
Por que es inagotable tu paciencia.
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