"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Lc 10, 21-24
Al regresar los setenta y dos discípulos de su misión, Jesús se
estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: "Te alabo,
Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas
cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños.
Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre,
y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es
el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos:
"¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! Porque les digo que
muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron,
oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron".
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