"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Mt 15, 29-37
Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se
sentó. Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados,
ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los
sanó. La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los
inválidos quedaban sanos, los paralíticos caminaban y los ciegos
recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel. Entonces
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da pena esta multitud,
porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero
despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino". Los
discípulos le dijeron: "¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar
despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?". Jesús
les dijo: "¿Cuántos panes tienen?". Ellos respondieron: "Siete y unos
pocos pescados". Él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo;
después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los
daba a los discípulos, y ellos los distribuían entre la multitud. Todos
comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron llenaron siete
canastas.
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