Señor, tómame. Nada puedo ofrecerte. Nada soy. Nada tengo. Sólo mi ser,
la vida que Tú me has dado. Tómala. Es toda tuya. No me importa ya nada. Sólo
Tú. Toma mi vida entera, rómpela, tritúrala, desmenúzala, hasta que no quede
nada. Para que dé fruto aunque al final no quede nada.
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