"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Jn 3, 22-30
Jesús fue con sus discípulos a Judea. Permaneció allí con ellos y
bautizaba. Juan Bautista seguía bautizando en Enón, cerca de Salim,
porque había mucha agua en ese lugar y la gente acudía para hacerse
bautizar. Juan no había sido encarcelado todavía. Se originó entonces
una discusión entre los discípulos de Juan y un judío, acerca de la
purificación. Fueron a buscar a Juan y le dijeron: "Maestro, el que
estaba contigo al otro lado del Jordán y del que tú has dado testimonio,
también bautiza y todos acuden a él". Juan respondió: "Nadie puede
atribuirse nada que no haya recibido del cielo. Ustedes mismos son
testigos de que he dicho: 'Yo no soy el Mesías, pero he sido enviado
delante de él'. En las bodas, el que se casa es el esposo; pero el amigo
del esposo, que está allí y lo escucha, se llena de alegría al oír su
voz. Por eso mi gozo es ahora perfecto. Es necesario que él crezca y que
yo disminuya".
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