"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Mc 3, 1-6
Jesús entró en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano
paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo
sanaba en sábado, con el fin de acusarlo. Jesús dijo al hombre de la
mano paralizada: "Ven y colócate aquí delante". Y les dijo: "¿Está
permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o
perderla?". Pero ellos callaron. Entonces, dirigiendo sobre ellos una
mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones,
dijo al hombre: "Extiende tu mano". Él la extendió y su mano quedó sana.
Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar
la forma de acabar con él.
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