Nació
en 1225 cerca de Aquino, Nápoles. El hijo menor de 12 hijos del Conde
Landulf de Aquino. Sus primeros estudios fueron con los benedictinos en
Montecassino, cerca del castillo de sus padres.
Continúa por cinco años en la Universidad de Nápoles. Allí supera a
todos sus compañeros y se demuestra su portentosa inteligencia. Conoce a
los Padres Dominicos (comunidad recién fundada) y entra con ellos pero
su familia se opone. Trata de huir hacia Alemania, pero por el camino lo
sorprenden sus hermanos, lo apresan en el castillo de Rocaseca por dos
años. Aprovecha el tiempo en la cárcel estudiando la Biblia y la
teología.
Los hermanos, al ver que no logran convencerle contra
su vocación, le envían a una mujer de mala vida para que lo haga pecar.
Tomás la confronta con un tizón encendido y la amenaza con quemarle el
rostro si se atreve a acercársele. La mujer huyó espantada.
Recibió el doctorado de teología en la Universidad de París y a los 27 años es maestro en París (1252-1260).
En 1259 el Papa lo llama a Italia donde por siete años recorre el país
predicando y enseñando. Sus clases de teología y filosofía son las más
concurridas de la Universidad. El rey San Luis lo estima tanto que lo
consulta en todos los asuntos de importancia.
En una ocasión,
en la Universidad se traba una discusión acerca de la Eucaristía. Al no
lograr ponerse de acuerdo, ambos bandos aceptan recurrir a Tomás para
que diga la última palabra. Lo que él dice es aceptado por todos.
En 4 años escribe su obra más famosa: "La Suma Teológica", obra maestra
de 14 tomos. Fundamentándose en la Sagrada Escritura, la filosofía, la
teología y la doctrina de los santos, explica todas las enseñanzas
católicas. La importancia de esta obra es enorme. El Concilio de Trento
contaba con tres libros de consulta principal: la Sagrada Biblia, los
Decretos de los Papas, y la Suma Teológica de Santo Tomás.
Santo Tomás logró introducir la filosofía de Aristóteles en las universidades.
Según el santo, el aprendió más arrodillándose delante del crucifijo
que en la lectura de los libros. Su secretario Reginaldo afirmaba que la
admirable ciencia de Santo Tomás provenía más de sus oraciones que de
su ingenio. Aun en las más acaloradas discusiones exponía sus ideas con
gran respeto y total calma; jamás se dejó llevar por la cólera aunque
los adversarios lo ofendieran fuertemente. Su lema en el trato era:
"Tratad a los demás como deseáis que los demás os traten a vosotros".
Habiendo escrito Tomás bellos tratados acerca de Jesús Eucarístico,
Jesús le dijo en visión: "Tomás, has hablado bien de Mi. ¿Qué quieres a
cambio?". Respondió Tomás: "Señor: lo único que yo quiero es amarte,
amarte mucho, y agradarte cada vez más".
Su devoción por la
Virgen María era muy grande. En el margen de sus cuadernos escribía:
"Dios te salve María". Compuso un tratado acerca del Ave María.
El Sumo Pontífice lo envió al Concilio de Lyon, pero enfermó cerca de
Roma y lo recibieron en el monasterio cisterciense de Fosanova. Cuando
le llevaron por última vez la Sagrada Comunión exclamó: "Ahora te recibo
a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de
mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en
Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso
hijo obediente". Allí murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años.
Sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28
de enero, fecha en la que se celebra su fiesta.
Fue canonizado
en 1323, declarado Doctor de la Iglesia en 1567 y patrón de las
universidades católicas y centros de estudio en 1880.
"Oh
Dios misericordioso: envíame la Sabiduría que asiste junto a Ti. Mira
que soy un ser débil, demasiado pequeño para lograr conocer qué es lo
que más te agrada a Ti. Sin la sabiduría que procede de Ti, no seré
estimado en nada. Contigo está la sabiduría que te asistió cuando
creabas el mundo, la sabiduría que nos enseña qué es lo más grato a tus
ojos y lo que más nos conviene hacer. Envíame tu sabiduría desde el
cielo para que me asista en mis trabajos y me ilumine qué es lo que más
te agrada en cada momento. Que ella me guíe prudentemente en todas mis
obras" (Sab. 9, 1-11)
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