"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Lc 9, 28b-36
Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar.
Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se
volvieron de una blancura deslumbrante. Y dos hombres conversaban con
él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban
de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén. Pedro y sus
compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron
la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él. Mientras
éstos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí!
Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".
Él no sabía lo que decía. Mientras hablaba, una nube los cubrió con su
sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor. Desde
la nube se oyó entonces una voz que decía: "Éste es mi Hijo, el Elegido,
escúchenlo". Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos
callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían
visto.
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