Nació
en Inglaterra, pero se trasladó a la península escandinava, donde
desarrolló toda su vida apostólica. Vivió en la época de los vikingos.
Existen contradicciones y confusiones en su biografía. Aparentemente
fue ordenado sacerdote en York o en Glastonbury, y luego fue enviado por
un rey inglés de nombre Etelred a la corte del rey Olaf de Noruega, con
el propósito de evangelizar ese país.
Luego de construir
varias iglesias y de organizar la vida misional, en 1008 pasa a Suecia,
que había recaído en el paganismo a pesar de la labor misionera de San
Anscario de tiempo atrás.
En Suecia se estableció en Växjö. Ahí
convirtió al rey sueco, que también se llamaba Olaf, bautizándolo en
una fuente en Husaby que desde entonces se conoce como Fuente de San
Sigfrido, donde supuestamente se obraron muchos milagros.
Sigfrido plantó una cruz en Växjö y construyó una iglesia de madera,
desde donde organizó su misión catequética. Luego de varios años dejó a
sus tres sobrinos a cargo de la diócesis, y se dirigió a predicar a las
provincias más remotas.
Durante su ausencia, unos fanáticos
saquearon y quemaron la iglesia, y a los sobrinos de Sigfrido los
mataron, decapitándolos. Las cabezas fueron arrojadas a un foso, de
donde las recuperaron y las llevaron al rey. Se dice que las cabezas
hablaron para revelar la identidad de los asesinos.
Cuando
Sigfrido regresó, el rey Olaf estaba presto para ejecutar a los
asesinos, pero el santo le rogó que los perdonara, y no quiso aceptar
compensación alguna.
En vez de eso, marchó a predicar a
Dinamarca, donde fue menos exitoso, de modo que terminó regresando a
Växjö a reconstruir su iglesia. Allí murió en 1045 y se conservaron sus
reliquias durante muchos siglos. Se le suele representar con una mitra
de obispo y una escudilla con tres cabezas, que representan a sus
sobrinos asesinados.
A San Sigfrido se le honra como Apóstol de Suecia.
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