"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Jn 5, 31-47
Jesús dijo a los judíos: Si yo diera testimonio de mí mismo, mi
testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé
que ese testimonio es verdadero. Ustedes mismos mandaron preguntar a
Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del
testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes.
Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar
un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el
de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas
obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Y el Padre
que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su
voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque
no creen al que él envió. Ustedes examinan las Escrituras, porque en
ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin
embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida. Mi gloria no
viene de los hombres. Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en
ustedes. He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero
si otro viene en su propio nombre, a ése sí lo van a recibir. ¿Cómo es
posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se
preocupan por la gloria que viene del único Dios? No piensen que soy yo
el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el
que ustedes han puesto su esperanza. Si creyeran en Moisés, también
creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí. Pero si no creen lo
que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?
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