"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". El le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". (Jn. 21, 16)
Mt 21, 33-46
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "Escuchen
otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la
cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la
arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. Cuando llegó el tiempo
de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero
los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo
mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a
otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de
la misma manera. Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando:
'Respetarán a mi hijo'. Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: 'Éste
es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia'. Y
apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando
vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?". Le
respondieron: "Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros,
que le entregarán el fruto a su debido tiempo". Jesús agregó: "¿No han
leído nunca en las Escrituras: 'La piedra que los constructores
rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: ésta es la obra del
Señor, admirable a nuestros ojos?'. El que caiga sobre esta piedra
quedará destrozado, y aquél sobre quien ella caiga será aplastado. Por
eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser
entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos". Los sumos
sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se
refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a
la multitud, que lo consideraba un profeta.
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