Fue
Pontífice de 253-254. Después de la muerte del Papa San Cornelio, quien
murió en el exilio en el verano del 253, Lucio fue elegido para tomar
su lugar, y fue consagrado Obispo de Roma. Nada se sabe de la vida
temprana de este Papa antes de su elevación. De acuerdo con el libro
"Liber Pontificalis", era romano de nacimiento
Todavía continuaba la persecución de la Iglesia bajo el Emperador Gallo
durante la cual Cornelio había sido desterrado. Lucio también fue
enviado al exilio pronto después de su consagración, pero en un corto
tiempo, presuntamente cuando Valeriano fue designado emperador, a él le
fue permitido regresar a su rebaño.
A su vuelta, Lucio fue
aclamado por el pueblo, que salió a recibirle triunfalmente. Con esa
ocasión san Cipriano le escribió una carta de felicitación, diciéndole
que no por haber sido preservado por Dios de la muerte, como los jóvenes
lo fueron de las llamas del horno, ha perdido la palma del martirio.
San Cipriano añade: «No cesamos de ofrecer sacrificios y oraciones a
Dios Padre y a su Hijo Jesucristo para darle gracias y suplicarle que,
puesto que da la perfección en todo, perfeccione también en ti la
gloriosa corona de tu confesión. Tal vez al destierro no fue sino para
mostrarte que tu gloria debe brillar a los ojos de todos, pues es
conveniente que la víctima, que debe a sus hermanos ejemplo de virtud y
fe, sea sacrificada delante del pueblo». En otra carta que escribió al
Papa Esteban, san Cipriano dice que san Lucio condenó a los herejes
novacianos que rehusaban la absolución y la comunión a los pecadores
arrepentidos.
Murió el año 254. San Lucio fue sepultado en la
catacumba de San Calixto; pero sus restos fueron trasladados más tarde a
la iglesia de Santa Cecilia, por orden de Clemente VIII, y ahí se
conservan todavía.
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