Cantar es rezar dos veces
Yo te amo, Señor, mi fortaleza,
mi roca, mi baluarte, mi liberador.
Tú eres la peña en que me amparo,
mi escudo y mi fuerza, mi salvador.
En el templo se escuchó mi voz,
clamé por ti en mi angustia,
extendiste tu mano y no caí,
tu poder, del enemigo me libró.
Cuando yo invoqué tu nombre,
con mano poderosa me salvó tu amor.
Son perfectos tus caminos, tus manos me sostienen,
Tú eres mi Rey.
Salmo 18
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