Oh Jesús, ayúdame a esparcir tu fragancia dondequiera que vaya.
Inunda mi alma de tu espíritu y vida.
Penétrame y aduéñate tan por completo de mí, que toda mi vida sea una irradiación de la tuya.
Ilumina por mi medio y de tal manera toma posesión de mí, que cada alma
con la que yo entre en contacto pueda sentir tu presencia en mi alma.
Que al verme no me vea a mí, sino a Tí en mí. Permanece en mí.
Así resplandeceré con tu mismo resplandor, y que mi resplandor sirva de luz para los demás.
Mi luz toda de Tí vendrá, Jesús: ni el más leve rayo será mío. Será Tú el que iluminarás a otros por mi medio.
Sugiéreme la alabanza que más te agrada, iluminando a otros a mi alrededor.
Que no te pregono con palabras sino con mi ejemplo, con el influjo de
lo que yo lleve a cabo, con el destello visible del amor, que mi corazón
saca de Tí. ¡Amén!
(Cardenal Newman)
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